Reviviendo el concreto
La nueva tecnología ecológica se ha desarrollado y adaptado tanto a estos tiempos, que incluso en una ciudad en pleno desarrollo urbano acelerado- como es Panamá-, hay cabida para que la bioingeniería planifique y aporte soluciones en pro del medio ambiente.
Así es el caso de las superficies verdes, un sistema de áreas cementadas que se pueden “revegetar” con varias finalidades amigables con su entorno.
En medio de una “selva de concreto”, como se les ha bautizado por su abundancia de edificaciones, las ciudades que están en crecimiento no cuentan con la vegetación necesaria para la absorción de calor que se produce en su superficie.
Panamá es un país caluroso y con una humedad muy elevada, por lo tanto, el efecto “isla de calor” es aún mayor.
La “isla de calor” es la acumulación de calor en áreas urbanas que se produce por la gran cantidad de cemento y otros materiales que tienden a absorber el calor y retenerlo.
El efecto da una sensación de “horno” en donde, incluso de noche, se continúa desprendiendo el calor del suelo.
LAS VENTAJAS DE LAS SUPERFICIES VIVIENTES
La instalación de estos espacios, bien sea en casas particulares, condominios o edificios corporativos, tiene un papel importante dentro del mejoramiento de la calidad de vida. Es decir, una de las principales ventajas es que sirve para reducir la contaminación ambiental, comenta José Ángel Taquechel, de Aqua Terra, empresa que cuenta con la división Verde Green, que coordina y ejecuta las superficies vivientes.
Por otro lado, ayuda a minimizar la posibilidad de inundaciones en las áreas urbanas, usando el sistema como un absorbente de las grandes caídas de agua que se presentan en países como este.
Su composición reduce las emisiones de carbono (Co2) producidas por el inmueble, ya que este es absorbido por su capa vegetal y purificado antes de llegar a la atmósfera.
Además de incrementar la biodiversidad de la ciudad y crear un ambiente visualmente agradable, estos espacios producen oxígeno, y lo más importante para algunos, reducen las cuentas de electricidad dentro de su casa.
También baja la temperatura entre 3 y 8 grados centígrados dentro de los bienes construidos, como casas o edificios.
Esto rompe el efecto de “isla de calor”, alterando su inercia térmica, dice Taquechel.
Otra y quizás una de las principales ventajas de estos espacios es la disminución del consumo de energía, lo cual se refleja directamente en la facturación de la misma, bajándola entre un 30% y un 50% en el pago total mensual.
Entonces, no solo hay ventajas medioambientales, sino económicas en la inversión de colocar un techo verde o una superficie verde.
LA VIABILIDAD DE LA TÉCNICA
Uno de los elementos principales y necesarios para el funcionamiento de una superficie verde es el agua, un bien natural que es abundante en estas tierras.
Se sabe que una superficie “revegetada” funciona si está sana y luce bien. Con el agua esta técnica es sustentable y sostenible en el tiempo.
Sin embargo, no es lo único necesario para que el medio sea efectivo, la composición de cada capa que se coloca al armar el espacio tiene una función irreemplazable.
Sobre la losa de concreto u hormigón se coloca una geomembrana impermeabilizante, que no es más que un material que evita que el agua llegue a filtrarse hasta la estructura del edificio.
Luego hace falta una serie de filtros o materiales que permiten drenar desde la superficie hasta abajo toda el agua que cae sobre ella. Son dos capas llamadas geocompuesto de drenaje y geotextil no tejido.
Hay varios tipos de geocompuesto de drenaje que tienen su cálculo hidráulico, dependiendo del agua que van a captar. El geotextil no tejido (especie de fieltro) tiene como función principal no permitir que el material fino que se desprende del medio de crecimiento viaje hasta el medio de drenaje. Así se mantiene limpio, sin obstruir la vía de la cerca drenante.
Sobre este sistema que controla y maneja el funcionamiento de las superficies verdes, se coloca el medio de crecimiento, que puede ser orgánico o inorgánico.
Las especies que se coloquen en este medio dependen de la finalidad para la cual se quiera la superficie verde. Puede ser para captación de aguas pluviales y reutilización de la misma o con fines decorativos, además de reducir la temperatura dentro de la casa u oficina.
Pero esto depende de la capacidad estructural o la fuerza de soporte que tenga la losa donde se va a colocar, bien sea nueva o existente, aclara Ana Domínguez, ingeniera civil.
Las estructuras nuevas tienen la ventaja de que sobre los planos del diseño del lugar se pueden crear las condiciones necesarias para instalar la superficie más adelante.
Sin embargo, con los techos ya existentes esto es más engorroso.
Una vez estudiadas las condiciones del sitio donde se va a instalar la superficie verde, se debe diseñar el suelo que se colocará, comenta el agrónomo Jonathan Núñez.
“Casi siempre se colocan especies nativas, ya que es más fácil su adaptación y desarrollo, además, requieren de menos mantenimiento”, agrega Núñez.
QUÉ HAY EN PANAMÁ
Existen proyectos en camino para superficies verdes en Panamá, comenta Taquechel. Sin embargo, el único que funciona actualmente esta enla embajada de Estados Unidos.
Los precios son accesibles, haciendo esta técnica viable y real, sobre todo si la inversión se recupera en unos 10 meses. El precio por metro cuadrado, comenta María Isabel Conde- urbanista de Aqua Terra-, oscila entre los 50 y 70 dólares. Pero todo depende de la finalidad del techo o pared verde y de sus funciones.
Por ahora, los trabajos que se han hecho en Panamá son de casas particulares, pero ya hay proyectos para edificios en la urbe, así como en Montevideo, Nueva York, Guatemala, Costa Rica, México, Colombia, Chile y otros lugares donde esta técnica ya está siendo implementada con finalidades ambientales y decorativas.
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